¿Cómo diagnosticar la Leishmaniasis?
Actualmente existen protocolos establecidos para determinar si la afección, por la que se acude a la consulta, se corresponde a los síntomas clásicos de esta enfermedad, ya que existen otras afecciones cuyos síntomas a simple vista pueden confundirse con los de la leishmaniosis; por ello lo primero que se toma en consideración para un diagnóstico acertado es:
- Determinar los antecedentes epidemiológicos
- Examinar las lesiones, verificando que se correspondan a manifestaciones clínicas propias de la enfermedad.
- Pruebas de laboratorio, tales como biopsias o frotis de la/las lesión/es, para detectar la presencia de amastigotes (determinantes para un correcto diagnóstico).
- Cultivos de muestras obtenidas de las lesiones en la piel, de las mucosas, el bazo, o la médula ósea, para determinar la presencia de promastigotes.
Sin embargo, a través de un simple análisis microscópico o una histopatología, se puede determinar la presencia del parásito, en alrededor de un 70-75% de los casos.
Además de los métodos de diagnóstico ya descritos, actualmente se están empleando con bastante frecuencia otros que están arrojando resultados precisos, tales pruebas son:
- Inmunofluorescencia Indirecta (IFI)
- Prueba de Montenegro o Leishmania
- La reacción en cadena a la polimerasa (PCR)
- Ensayo inmunoabsorbente ligado a enzima (ELISA)
¿Cómo tratar la leishmaniasis?
Antes de dar inicio a cualquier tipo de tratamiento contra esta enfermedad es necesario llevar a cabo una evaluación clínica del paciente, para descartar cualquier alteración, hepática, renal, o cardíaca, ya que los tratamientos pueden generar complicaciones adversas en estos órganos.
Ahora bien, para tratar cualquiera de las manifestaciones de la Leishmanía, en tratamiento por excelencia es a base de antimoniales pentavalentes, el cual puede conseguirse en dos presentaciones:
- Como Antimoniato de meglumina (que contiene 85 mg de la molécula de Sbv/ml)
- Y Estibogluconato de Sodio (con 100 mg de Sbv/ml)
Pueden darse casos donde el parásito presente resistencia a estos tratamientos, en cuyo caso se deben implementar tratamientos de segunda elección, tales como :
- La anfotericina B: Antimicótico poliénico, muy eficaz contra la Leishmanía, y su aplicación ha de hacerse de forma intravenosa; sin embargo, debemos limitar su uso a casos muy concretos, ya que, puede provocar reacciones adversas bastante serias, tales como: miocarditis, hipocalcemia, nefropatías, las cuales pueden incluso ocasionar la muerte del paciente.
- Isotionato de pentamidina (pentamidina): Es más tóxica que la anfotericina B y que los antimoniales pentavalentes.
- Sulfato de paramomicina (aminosidina): Es un antibiótico que se administra vía intramuscular; y los principales efectos adversos son nefrotoxicidad y ototoxicidad.
- Miltefosina: Inicialmente, este fármaco, se empleaba como antineoplásico, pero posteriormente se descubrió que funcionaba perfectamente como tratamiento contra la Leishmanía. No obstante su uso debe ser restringido en humanos, sobre todo en mujeres en edad fértil, dado que, es teratogénico (produce defectos de nacimiento no hereditarios); igualmente, entre las reacciones adversas podemos enumerar: náuseas, vómitos, diarreas y dolor abdominal. Su administración es vía oral.
¿Cómo prevenir la Leishmaniasis?
Lamentablemente, en la actualidad solo existe una vacuna contra la Leishmaniasis canina, pero en el caso de humanos, sigue sin desarrollarse ninguna vacuna que pueda evitar las lesiones ocasionadas por esta enfermedad, especialmente por la Leishmaniasis visceral, en cuyo caso, quienes la padecen ven y sienten como el parásito se establece en su hígado y/o bazo, y los destruye.
Actualmente para estos casos los tratamientos son bastante dolorosos, y requieren de la hospitalización del afectado, durante al menos 3 semanas, quienes aún habiendo superado la enfermedad, tendrán que vivir el resto de sus días con las consecuentes secuelas ocasionadas por los estragos causados por el parásito. Dado que esta enfermedad afecta, principalmente, a las poblaciones mas pobres del mundo y está asociada a las malas condiciones de habitabilidad de las viviendas, a la malnutrición, a un sistema inmunológico débil y, en general, a la falta de recursos es por lo que, este año 2014, la Unión Europea, ha incluido dentro de sus presupuestos para la investigación, una partida de alrededor de 6 millones de euros para la investigación de esta enfermedad endémica que en pleno siglo XXI sigue estando presente, y causando estragos entre la población de muchos países tropicales y subdesarrollados.
Resumiendo: La prevención es la mejor arma para combatir esta enfermedad que afecta a humanos y a animales, indistintamente.
Evelyn Hernández Parra
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