Freinet fue uno de los principales protagonistas de la eclosión y difusión de la moderna pedagogía que se produjo al finalizar la Primera Guerra Mundial.
En la práctica de este pedagogo francés confluyen los tres elementos centrales y característicos de las diversas corrientes pedagógicas que han revolucionado el mundo de la educación en el siglo XX.
En primer lugar, la valoración del niño no como ente abstracto que debe acoplarse forzosamente a un plan y a unos métodos previamente concebidos, sino como un sujeto único al que la pedagogía tiene obligación de ayudar en su proceso de formación. En segundo lugar, la necesidad de crear unas técnicas adecuadas en este sentido, teniendo en cuenta que la educación apunta hacia la misma totalización que es la vida. En tercer lugar, la superación del intelectualismo de la vieja escuela, en pos de una valoración del juego-trabajo, como punto de referencia ineludible de la actividad transformadora y humanizadora por excelencia, esto es, el trabajo propiamente dicho.
La primera y la más revolucionaria de entre las técnicas introducidas por Freinet fue la imprenta. Con ella rompió definitivamente con los métodos tradicionales y abrió el terreno a una nueva práctica alejada de las lecciones verbales y de la memorización sin sentido. La imprenta dio lugar a un trabajo creativo en el que los niños afianzaban progresivamente tanto sus mecanismos de atención como su memoria visual, tanto su desarrollo psicomotriz como su aprendizaje de la lectoescritura.
Al mismo tiempo, estás nuevas técnicas y los métodos pedagógicos que traían aparejados cambiaron la fisonomía de las relaciones entre los alumnos.
Fuente: Joaquín Tesón.
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