EL HIJO HUÉRFANO

   El huérfano de padre y madre, si no ha encontrado sustituto familiar, se halla en una situación de abandono. El niño que conserva a uno de los padres, reacciona según la actitud de éste último, tanto si permanece viudo como si se vuelve a casar. Además, es evidente que las reacciones serán distintas y que el cuadro se organizará, quizá, diferentemente, según el sexo y la edad de sus hermanos o según que la desaparición haya sido brusca o previsible.


Las reacciones se pueden clasificar en función de tres períodos distintos: antes de los 7 años; de 7 a 10 años; después de los 10 años.


Antes de los 7 años las consecuencias serían prácticamente nulas si el niño es muy pequeño y los sustitutos familiares son valiosos. No sucede lo mismo si esta pérdida produce en el niño una carencia afectiva duradera.


De 7 a 10 años el niño reacciona mejor ante su desgracia. El carácter irremediable de estas desapariciones crea un agobio contra el que el niño no está aún en edad de reaccionar con eficacia. La consecuencia más grave de este desaliento reside en una tendencia a dimitir, a huir de la realidad mediante sueños de infancia feliz, y más tarde en un comportamiento esquizoide con frecuencia inquietante.


Rebasados los 10 años, el niño tiene reacciones más próximas a las del adulto.

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