Según el Servicio de Orientación Educativa, del Instituto de Tecnologías Educativas (ITE) del Ministerio de Educación español “la conducta es un aprendizaje y se modifica por la aplicación de los reforzadores”.
El objetivo final de la Educación debe ser consolidar las conductas positivas en los niños y suprimir las conductas negativas, que se consigue mucho mejor mediante el refuerzo positivo, no mediante el castigo.
El reforzamiento positivo consiste en administrar una recompensa cuando se ha producido una conducta determinada. El premio recibe el nombre de reforzador.
El refuerzo positivo consiste en motivar, reconocer y apreciar los esfuerzos que hacen los niños, y contribuye a un aumento en su autoestima, a tomar buenas decisiones, a estimular sus motivaciones…
Se trata específicamente de reforzar la aparición de conductas adecuadas con algo que tenga mucho valor para el niño, ya sean objetos físicos (caramelos, juguetes, etc.) o bien conductas de los padres o cuidadores, tales como pasear, salir al jardín, ir al zoo, etc., haciendo siempre mención expresa de la conducta que ha motivado el premio.
La administración de estos reforzadores debe ser escasa y ante realizaciones de auténtico valor por parte del niño.
De gran valor puede catalogarse el refuerzo verbal de los padres, que consiste sustancialmente en la alabanza ante conductas adecuadas. Más valor tendrá este sistema cuanto mayor se a la autoridad moral de la persona que dispensa el refuerzo.
Los Educadores Infantiles realizamos una tarea compleja cuya elaboración implica necesariamente una reflexión continua para conseguir la adopción de buenas conductas por parte del niño, y que poco a poco se verán convertidas en hábitos y en un comportamiento estable. Los premios y castigos suelen constituir técnicas pedagógicas frecuentemente utilizadas por los referentes educativos en la educación del niño, para reforzar o modificar sus conductas.
Una alternativa que puede ser más utilizada es el estímulo o alabanza verbal ante conductas satisfactorias delante de los demás niños de la clase. Para tener una verdadera validez, las recompensas deben ser entregadas inmediatamente después de la conducta, es decir, sin demora, ya que si no se perdería el valor reforzante.
Joaquín Tesón
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