Se denominan convulsiones a las sacudidas bruscas del
cuerpo humano con pérdida del conocimiento, y son a veces graves. Se va a dar
un movimiento y agitación involuntarios de contracción y estiramiento de uno o
más músculos del cuerpo.
La mayor parte de las afecciones de la infancia pueden
desencadenar convulsiones, sobre todo los estados febriles; no obstante, su aparición
puede ser debida a enfermedades del sistema nervioso como meningitis,
encefalitis, epilepsia, hemorragia cerebral, parálisis cerebral, falta de
oxigenación, deshidratación y distintas infecciones e intoxicaciones.
Sea cual fuere la causa, ésta ejerce un estímulo
irritativo a nivel cerebral, que se traduce por una excitación de los nervios
que van a los músculos, obligándoles a efectuar una serie de contracciones
repetidas.
Las crisis nerviosas están caracterizadas por
contracciones musculares que pueden ser continuas o alternantes, generales de
todo el cuerpo y sólo localizadas en cara o miembros.
Los ataques convulsivos varían considerablemente de
magnitud y de duración. Algunos pueden consistir sencillamente en un ligero
temblor y una torsión de una pierna o un brazo, mientras que el niño permanece
sin conocimiento.
Otros se presentan más alarmantes: el niño llora y se
cae al suelo, se queda rígido unos segundos y luego comienza a contraerse con
violencia, los ojos giran dentro de las órbitas, el rostro se congestiona, se
le amoratan los labios, la respiración es dificultosa y sibilante, la boca se
llena de espuma debido a la saliva que pierde entre los dientes, que permanecen
apretados.
Durante este ataque el niño está inconsciente, suele
orinarse y a veces defeca. Cuando recobre el conocimiento está confuso y
agotado, y suele dormirse profundamente a los pocos minutos.
Se debe avisar urgentemente al médico, aunque éste no
podrá reducir la duración del ataque. En su espera se debe de acostar al niño.
Hay que llevarlo si es posible al centro de la habitación y si está en el
cuarto de baño, la cocina o cerca del fuego, se debe trasladar a un lugar
seguro.
Se le facilitará la entrada de aire a los pulmones, lo
cual se puede conseguir con la cabeza algo levantada boca arriba o ladeándole
la cara boca abajo. Si el niño no respira se le practica la respiración
artificial.
FORMACION ACTIVA PROFESIONAL, OPINIONES
Joaquín Tesón
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