María Montessori, su aporte a la educación infantil



María Montessori fue una adelantada para la época en que vivió. Nacida el 31 de agosto de 1870 en Chiaravelle, en la provincia de Ancona (Italia) en el seno de una familia de clase media, tuvo la oportunidad de asistir a la Universidad y estudiar medicina. En aquella época no se concebía en Italia que una mujer pudiera ser médico y de hecho la Universidad de Roma donde estudió no admitía a mujeres para cursar esta carrera. Sin embargo no se sabe muy bien como, ella consiguió que la admitieran. De este modo en 1896 se convirtió en la primera mujer doctora en medicina que tuvo Italia, y además con unas calificaciones sobresalientes.

En enero de 1907 la doctora María Montessori abrió su primera “Casa para niños” en Roma, donde puso en práctica su método de enseñanza que cambiaría para siempre la educación en el mundo. Contaban con pequeños muebles sencillos y un magnífico material pedagógico (formas geométricas, aros, palos, lápices, pinceles y pinturas de varios colores) que iban haciendo que el aprendizaje fuera ameno, casi como un juego. La influencia que tuvo la doctora con su sistema fue mundial.                                                                                                                                     

       El principio básico que ella sostenía era que el niño necesitaba estímulos y libertad para aprender. El maestro tenía que dejar que el alumno expresara sus gustos, sus preferencias y algo más importante aún, había que dejar que se equivocara y volviera a intentar lo que había iniciado. Montessori insistía en que el rol del maestro dominante había que cambiarlo y dejar que el alumno tuviera un papel más activo y dinámico en el proceso de aprendizaje.

Gracias a ella se dejó de lado, además, la típica idea de las aulas de clase oscuras, sin ventanas, ambientadas únicamente con un pizarrón negro, donde los alumnos estaban como estatuas alineados en sus bancos y en cambio, empezó a valorizarse la importancia que tenían los lugares agradables, amplios, donde los pequeños podían moverse sin problemas y contaban con elementos como cubos, cajas de colores, etc, que contribuían a estimular el cerebro, el intelecto y la capacidad de comunicación infantil.



Joaquín Tesón.

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