El niño va a crecer y desarrollarse ante nuestros ojos y los más evidentes van a ser sus cambios exteriores, aunque los hay también internos, ya sea funcionales o psicológicos, estos más difíciles de descubrir, pero que van a marcar distintas etapas o períodos en su vida; a veces, nosotros mismos no nos damos cuenta de los cambios y deben ser otras personas, que hace tiempo que no ven al niño, las que nos los hacen notar.
Se pueden señalar dos tipos generales de desarrollo: desarrollo físico (anatómico y funcional) y desarrollo psicológico (comportamental).
El desarrollo físico es el proceso secuencial y continuo de cambio que tiene como fines, por un lado, que el niño desde que nazca llegue al aspecto de adulto, y por otro, al óptimo y completo funcionamiento de los distintos sistemas y aparatos que forman su organismo.
Para conseguir el primero de sus objetivos o fines se van a dar modificaciones que generalmente son fáciles de apreciar. Va a cambiar la talla, el peso, la dentición, las proporciones corporales, etc. Incluso unos órganos van a crecer más rápidamente que otros y, dentro del mismo órgano, las distintas partes se desarrollan a distinto ritmo.
Algunos cambios son más evidentes y externos, pudiéndose cuantificar a través de cómputos y gráficas donde se registran y comparan con los valores que son considerados “normales”.
El segundo de los fines se consigue paralelamente a lo anterior, dependiendo en gran medida de que esas estructuras y órganos, sufran un buen desarrollo. Se producirán cambios en los sistemas de nutrición, de relación y de reproducción.
El desarrollo psicológico es el proceso secuencial y continuo de cambio, que tiene como fin que el niño llegue a la diferenciación plena respecto al mundo que le rodea así como a su independencia.
Para llegar a su objetivo el niño va a ir consiguiendo logros en cada uno de sus comportamientos y facultades psicológicas. Cambiará su inteligencia, su afectividad, su psicomotricidad, etc. En algunos de estos aspectos los cambios van a ser más evidentes, al igual que ocurre en el desarrollo físico.
Se pueden cuantificar dichos cambios con una serie de instrumentos y pruebas para comparar dichos parámetros con los también considerados que entran dentro de lo “normal” al igual que en los cambios físicos.
Otros cambios van a ser cualitativos y, por lo tanto más difíciles de apreciar, como ocurre incluso con la inteligencia.
Con todas estas modificaciones el niño llega a ser independiente (o, por lo menos, eso es lo que se pretende) alcanzando su propia manera de actuar y personalidad frente a los otros.
Tanto en el desarrollo físico como en el psicológico se pueden dar alteraciones, es decir, trastornos o enfermedades, accidentes que van condicionando y, a veces, ser tan importantes que hagan del niño un minusválido físico y/o psíquico.
Joaquín Tesón.
Se pueden señalar dos tipos generales de desarrollo: desarrollo físico (anatómico y funcional) y desarrollo psicológico (comportamental).
El desarrollo físico es el proceso secuencial y continuo de cambio que tiene como fines, por un lado, que el niño desde que nazca llegue al aspecto de adulto, y por otro, al óptimo y completo funcionamiento de los distintos sistemas y aparatos que forman su organismo.
Para conseguir el primero de sus objetivos o fines se van a dar modificaciones que generalmente son fáciles de apreciar. Va a cambiar la talla, el peso, la dentición, las proporciones corporales, etc. Incluso unos órganos van a crecer más rápidamente que otros y, dentro del mismo órgano, las distintas partes se desarrollan a distinto ritmo.
Algunos cambios son más evidentes y externos, pudiéndose cuantificar a través de cómputos y gráficas donde se registran y comparan con los valores que son considerados “normales”.
El segundo de los fines se consigue paralelamente a lo anterior, dependiendo en gran medida de que esas estructuras y órganos, sufran un buen desarrollo. Se producirán cambios en los sistemas de nutrición, de relación y de reproducción.
El desarrollo psicológico es el proceso secuencial y continuo de cambio, que tiene como fin que el niño llegue a la diferenciación plena respecto al mundo que le rodea así como a su independencia.
Para llegar a su objetivo el niño va a ir consiguiendo logros en cada uno de sus comportamientos y facultades psicológicas. Cambiará su inteligencia, su afectividad, su psicomotricidad, etc. En algunos de estos aspectos los cambios van a ser más evidentes, al igual que ocurre en el desarrollo físico.
Se pueden cuantificar dichos cambios con una serie de instrumentos y pruebas para comparar dichos parámetros con los también considerados que entran dentro de lo “normal” al igual que en los cambios físicos.
Otros cambios van a ser cualitativos y, por lo tanto más difíciles de apreciar, como ocurre incluso con la inteligencia.
Con todas estas modificaciones el niño llega a ser independiente (o, por lo menos, eso es lo que se pretende) alcanzando su propia manera de actuar y personalidad frente a los otros.
Tanto en el desarrollo físico como en el psicológico se pueden dar alteraciones, es decir, trastornos o enfermedades, accidentes que van condicionando y, a veces, ser tan importantes que hagan del niño un minusválido físico y/o psíquico.
Joaquín Tesón.
Comentarios
Publicar un comentario