En las primeras tetadas no debe sobrepasar los cinco minutos el niño al pecho. Lo normal es una duración de 10 minutos y una frecuencia de 3 horas ó 3 horas y media.
Si el bebé es robusto y de crecimiento normal se puede tolerar un retraso de 15 – 20 minutos y no despertarlo; no se hará esto si es prematuro o hipotrófico. Si la secreción de la leche es escasa habrá que añadir cucharaditas de agua con glucosada si no queda satisfecho.
Posteriormente un niño normal debe tener un horario elástico al que debe acostumbrarse, despertándose cada 3 ó 4 horas de día y 6 horas de noche. Al principio no lo respetará y se le podrá dar “a demanda” durante las primeras semanas.
Un niño de tiempo y peso normal, dotado de un buen reflejo de succión, tarda en vaciar el pecho de su madre unos 10 minutos. El tiempo máximo que ha de estar mamando es de 20 minutos.
Durante los primeros 5 minutos mama del 70 al 85% de la mamada y es inútil prolongarla porque deglute aire y se producen grietas.
Si queda satisfecho con un pecho no hay necesidad de darle el otro (hipergalactia). Si no hay suficiente con uno se dará el primero unos 6 ó 7 minutos y seguidamente el otro 3 ó 4 minutos.
En la siguiente tetada se hará al revés para que se dé un buen vaciado y estimular su llenado otra vez. A veces el bebé prefiere uno por el pezón más fácil o porque la leche fluye más fácilmente, entonces se pondrá primero el difícil para que se esfuerce con él cuando tenga más hambre.
Si suelta el pecho o se duerme a los pocos minutos, se debe procurar que continúe mamando estimulándose su boca con el pezón o dándole suaves golpecitos en la barbilla o mejillas. Si el niño, por algún motivo especial, no puede vaciar el pecho durante alguna de las tetadas es muy recomendable que la madre lo haga manualmente o mediante sacaleches.
En cuanto a la frecuencia de la mamada, a partir del tercer mes se puede dar cada 4 horas e incluso por la noche alargar el período más allá de las 6 horas a partir del cuarto mes.
Joaquín Tesón.
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