Tics en niños


Los tics consisten en la repentina e imperiosa, involuntaria y absurda ejecución, en intervalos irregulares de movimientos sencillos, aislados o unidos que objetivamente representan un acto adaptado a un objetivo concreto; con frecuencia su ejecución va precedida de una necesidad.

Reprimirlo produce malestar; la voluntad y la distracción pueden suspenderlos y desaparecen al dormir.


Son muy diversos y están localizados por distintas partes de nuestra anatomía; tenemos los tics faciales que son los más corrientes (parpadeos, guiños, muecas, mordisquear los labios…); tics de la cabeza y el cuello (alzarla, saludar, negar…); tics del tronco y miembros (saludos, cambio de paso, elevar hombros…); tics respiratorios (resoplar, bostezar, tos…); tics fonatorios y verbales (croar, gruñidos, sílabas inarticuladas, palabras o frases idénticas…); tics digestivos (deglución con aerofagia, eructos encadenados…).

En la infancia los tics nerviosos son muy frecuentes; lo presentan aproximadamente entre un 15-20% de los niños y suelen aparecer entre los 5 y 12 años. Resulta más común en niños varones que son vergonzosos y son más proclives los niños nerviosos ya que es una forma de liberar ansiedad.

Hay tics transitorios caracterizados por comenzar en la infancia o al principio de la adolescencia, con fluctuaciones en su intensidad a lo largo del tiempo, pero de una duración superior al mes e inferior al año, y tics crónicos, caracterizados por afectar sincrónicamente a más de 3 grupos musculares, cuya intensidad es de al menos un año de duración.

La enfermedad de Gilles de la Tourette comienza entre los 2 – 15 años y se caracteriza por acciones motoras sin ninguna finalidad que afectan a varios grupos musculares, siendo frecuentes los tics vocales múltiples, versátiles y que se prolongan más de un año.

Los niños inestables, turbulentos, distraídos en casa y en la escuela manifiestan mediante los tics su inadaptación. Frecuentemente se trata de hijo único y la atmósfera familiar suele ser tensa, con una madre perfeccionista y llena de ansiedades, sumamente consentidora ante ciertos casos y represiva en exceso ante otros.

El tic lo soporta muy mal la familia que normalmente lo interpreta como una señal de hostilidad y agresividad. La familia lo tiende a reprimir lo que le hace sentir al niño un fuerte sentimiento de culpabilidad.



Joaquín Tesón.

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