En el control de la orina
(micción) se tiene que considerar separadamente el control diurno del nocturno.
En el control diurno, de 0
a 1 año existe un automatismo que hace irresistible la micción cuando aparece
la tensión de la necesidad.
De 1 a 2 años esta tensión
sigue siendo elevada, aunque ya existe capacidad de control. Hacia el año
algunos niños, en la mayoría de los niños hacia el año y medio, empieza a hacerse
consciente la sensación de la distensión urinaria.
Es frecuente ver a los
pequeños en el momento de la micción con una especial expresión en la cara y se
quedan quietos mientras comienzan a mojarse. Algunos de ellos avisan, pero sin
tiempo material para colocarlos en el lugar adecuado, y es que el estímulo va
seguido del acto sin que intervenga la voluntad, por el reflejo de la micción.
Entre los 18 y 24 meses,
una gran parte de los pequeños comienzan a controlar su vejiga, primero solo
unos instantes, los suficientes para avisar, hasta alcanzar un control efectivo
que les permite acudir por sí mismos al orinal o wáter y efectuar allí el pipí.
A los 3-4 años la
capacidad de controlar ya existe, casi de forma idéntica a la del adulto.
En el control nocturno,
tenemos la etapa de 0 a 3 ó 4 años, en la que la secreción urinaria aumenta
durante la noche debido a que el flujo renal es superior, así como a la menor
capacidad de distensión de la vejiga, se hace pipí.
Hasta los 3 ó 4 años no se
alcanzará la suficiente madurez, aunque al principio tendrá períodos de
inseguridad y temporadas de mojaduras, eso sí, cada vez más espaciados.
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Joaquín Tesón.
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