La inteligencia para Piaget


Según Piaget, la inteligencia debe ser considerada como un instrumento que le permite al individuo adaptarse al medio.

Los factores genéticos son de suma importancia, como así lo demuestran los estudios de las aptitudes intelectuales de individuos emparentados genéticamente, estudios que comparan principalmente padres con sus hijos y gemelos univitelinos. Se ha demostrado a través de estas investigaciones que cuanto mayor es el parentesco entre las personas, más parecidas son en inteligencia.


Los factores ambientales también desempeñan un papel significativo en las diferencias de inteligencia. La investigación, tanto en la especie humana como en animales, señala los efectos estimulantes sobre la inteligencia de experiencias ambientales ricas, especialmente cuando tienen lugar en los primeros años de vida.

Pero no todos los individuos son propicios a aprovechar por igual la estimulación ambiental; existen diferencias raciales, nacionales y de clase en los resultados de las pruebas de inteligencia, pero sus verdaderas causas son difíciles de encontrar.
 

Para Piaget hay una estrecha relación entre la biología y la psicología de la inteligencia.

La inteligencia es en realidad un caso particular de adaptación del ser vivo a su medio ambiente.

Se basa en unos principios generales primarios o mecanismos para establecer cómo funciona nuestra mente y cómo aprendemos.

Con el principio de organización establece que los elementos de la vida mental (que llama esquemas) cada vez se relacionan más unos con otros, dentro de sistemas o totalidades mayores, que a su vez, representan nuevos y más complejos esquemas.

El principio de asimilación consiste en tomar del mundo exterior sólo las cosas que se pueden incorporar a nuestra mente; al igual que ciertas estructuras y funciones corporales nos permiten digerir ciertos alimentos que son los que buscamos y asimilamos, afirma Piaget que estructuras o esquemas existentes toman de la estimulación ambiental los aspectos que son capaces de manejar, es decir, tiende a percibir aquella parte del mundo que tiene sentido para él, de acuerdo con lo que ya sabe, aunque tenga lugar alguna distorsión al incluir la nueva información en el molde todavía no apropiado. También tenderá a responder sólo a situaciones a las que está acostumbrado y para las que son más o menos adecuadas las respuestas antiguas.

Mediante dicha asimilación, el niño adquiere toda la información que le viene del medio, incorpora todo un potencial nuevo a sus conocimientos ajustando sus órganos sensoriomotores a la realidad exterior y a las particularidades de las cosas.

El principio de acomodación es el complemento de la asimilación en el sentido de que interviene cuando nuevos estímulos no son asimilados por los esquemas existentes y son demasiado insitentes para ser ignorados.

Acomodación quiere decir que se forman nuevos esquemas o que se modifican o se unen los viejos, para crear nuevas organizaciones más complejas.

El niño acomoda su actividad a las propiedades de las cosas, satisface las exigencias del medio, situándose adecuadamente frente a él en una posición para adquirir nuevas experiencias.

El principio de equilibrio es la fuerza motriz de este proceso continuo de integración; somos constantemente empujados a hacer lo que podemos hacer (ya tenemos un esquema para hacerlo), pero cada vez que actuamos procuramos aumentar de algún modo la adaptabilidad y complejidad de nuestros actos y esquemas.



Joaquín Tesón

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